Hay un fenómeno bien conocido en psicología social que se trata de la difusión de responsabilidad. Sucede cuando, en un grupo de un tamaño grande (mayor de tres personas), ante un hecho determinado en el que, en otras circunstancias, todos actuaríamos; al haber más gente asumimos que otra persona intervendrá con lo que no hacemos nada. Este efecto se conoce cómo el bystander effect (efecto espectador) y fue descrito por primera vez en 1968 por John Darley y Bibb Latané.
Hoy he sido víctima y culpable de este efecto.
Estaba en la cola del supermercado y, delante mío, una individua empezó a lanzar improperios a un chico asiático. Razón?, el chico acaba de pasar por caja y se había olvidado de comprar el pan, así que rápidamente lo cogió y, sonriendo tímidamente, pretendió pasar por delante de ella para pagar la barra. La chica, indignada, empezó a despotricar casi gritando sobre todos los asiáticos y la falta de respeto que tenían de no saber guardar la cola.
Todos los que estábamos allí nos quedamos helados, yo la primera, evitando mirar a la cara de la impresentable esta. Lo que si que vi y se me ha quedado grabado, es la cara del pobre chico con la boca abierta y la barra de pan en la mano. El cajero, dando la razón verbalmente a ella, procedió no obstante, a cobrar primero al chico. Que pagó y se largó corriendo del sitio, junto con su mujer y su hijo.
Vergüenza de mi.
Son estos momentos en tu vida en los que sabes que puedes marcar una diferencia. En los que una palabras tuyas, tan sencillas cómo, "no te preocupes, pasa delante mío" podrían haber marcado una gran diferencia: callar a la tipeja ésta, y evitar que el chico se fuera con la mirada desolada por la incomprensión.
Mil perdones por mi cobardía.
Mil perdones.
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