jueves, 25 de abril de 2013

Tengo miedo

Se han publicado los resultados de la Encuentra de población activa del primer trimestre de 2013....y los datos son desoladores (EPA, Abril 2013). Con una tasa de paro que supera el 27% y una tasa de actividad inferior al 60% el futuro pinta muy negro. Es todavía peor si se escarba un poco entre los números y se sacan cifras para jóvenes como el hecho de que haya un 57.2% de paro juvenil o saber que hay 487.000 personas buscando su primer empleo. Es todavía más escalofriante si se piensa que todos aquellos jóvenes que se encuentra actualmente estudiando cómo una alternativa a la búsqueda infructuosa de empleo, no cuentan dentro de esas cifras. Ya hablé de generaciones perdidas y no quiero hacer sangrar aún más heridas abiertas. 

Pero no quiero hablar de números hoy...hoy quiero hablar de miedo

¿Por qué digo miedo? mientras estaba oyendo estas cifras en las noticias, se interrumpió la emisión para retransmitir en directo unos escarceos entre policías y manifestantes en Madrid. Unos protegiendo el perímetro, otros convirtiendo, en amplia gala de picaresca española, cualquier objeto al alcance en proyectil arrojadizo. Gente corriendo, amenazando, atacando, gritando...gente desesperada, eso es lo que vi.

No hay nada más peligroso que alguien que no tiene nada que perder. Sabiendo que de los 6 millones de parados, 3 de ellos son de larga duración, y el 10% de la familias afectadas tienen a todos los miembros en paro... las esperanzas de aquellos que están en esta situación, se acorta cada día. Oyendo que estamos destruyendo, hoy por hoy, 2.500 empleos diarios, repito, 2.500 empleos diarios....dudo mucho que la aparente calma en la que hemos estado viviendo se prolongue por mucho tiempo. 

Se está jugando con fuego, y para más inri, se le está echando leña cada día...cada vez que sale un nuevo rescate de la banca, un nuevo caso de corrupción, un nuevo desahucio injusto, unas previsiones desastrosas, estafas con preferentes, se anuncian más subidas del IVA y del IRPF...mientras se muestra impúdicamente que, mientras todo el país está "jodido"otros salen de rositas y con toda la cara del mundo. 

La frustración genera violencia, y esa violencia se puede desatar ante la más mínima provocación. Puede ser que se descargue contra políticos e instituciones, puede ser que se vuelque en minorías sociales o inmigrantes; puede ser que se desate internamente; pero bastará una sola chispa para que toda la pólvora que se respire en el ambiente empiece a arder. 

Desconozco cuando va a explotar todo, si lo hace, pero créanme que tengo miedo. La mecha está desde luego preparada. 






domingo, 21 de abril de 2013

Historia de un Taxi

Me encanta hablar con los taxistas. No puedo evitar que me recuerde la "efemeridad" de los instantes que vivimos. Saber que lo más probable es que no vayas a ver a esa persona de nuevo en tu vida hace que el hecho de mantener una conversación trascendente sea inevitable.

Gran sabios son los taxistas. Podría tirarme "gigas"  hablando de las historias que he oído de y he vivido con muchos de ellos. Desde aquel malagueño que se vino a Barcelona para ver a sus abuelos enamorándose de la vecina y quedándose aquí para siempre; el heavy que me llevó a mi y a otros a través de la ciudad al ritmo de metálica mientras en el asiento de atrás íbamos cantando; aquel chico recién divorciado que conducía un taxi de noche para poder pagar la pensión a su ex-mujer y a su hija; esa chica encantadora que nos recogió hace tan sólo dos días que tenía una paciencia inconmensurable y una visión muy positiva de la vida; aquella vez que prendimos accidentalmente fuego a un bolso dentro del taxi y el señor taxista muy pacientemente esperó a que lo apagáramos; o el taxista homófobo que se tiró todo el camino explicándome el porqué lo homosexuales se acabarían extinguiendo...(éste último no tan sabio).

Pero en particular quiero relatar aquí una conversación que tuve hace poco. Un señor taxista me recogió gentilmente después de una cena. Al entrar en el taxi empezó con la pregunta típica de "ya para casa?" seguida de un afortunadamente sí. A lo que el señor taxista replicó graciosamente que él también, en cuanto acabara de recogernos a todos.

La conversación siguió por un, ¿Cuánto llevas por aquí? ¿estudias o trabajas? a lo que yo contesté con un "afortunadamente, tengo trabajo". Seguidamente me preguntó porqué me sentía afortunada; yo repliqué que tenía la gran suerte de poder estar ejerciendo de lo mío; si no en mi campo al 100%, al menos cerca; y de cómo la mayoría de mis amigos y de mi generación no habían tenido o estaban teniendo esa oportunidad. Enfatizaba yo en un alegato glorioso, la importancia de ejercer de lo tuyo nada más acabar la carrera; aunque fuera malviviendo de becas y periodos de prácticas para poder hacerse un hueco en la profesión que quisieras ejercer; reforzando la idea de que para que las cosas pasen, hay que moverse, aunque haya que hacerlo rápido y lejos, pero cómo el quedarse parado significaba irremediablemente hundirse.

La conversación acabó en mi calle, cuando el taxista curioso me preguntó, ¿y tú que estudiaste? - Psicología -dije yo, a lo que el taxista replicó: ¡Anda!, Cómo yo - y me dedicó una sonrisa, una sonrisa sincera pero triste. Una sonrisa de quién es consciente de la realidad pero que no se arrepiente de nada. Una sonrisa valiente, honesta, libre. Me despedí de él diciéndole que probablemente éste había sido el paseo en taxi más interesante de mi vida, y le aseguré que aunque pudiera parecer pequeño, estaba segura que estaba haciendo un cambio en las personas con las que se cruzaba. Desde luego lo hizo en mí: al contestar a sus preguntas me dí cuenta de lo afortunada que realmente soy, y con su historia descubrí que aunque no siempre se cumplan todos los sueños, se sigue pudiendo cambiar el mundo en pequeñas dosis.

Es por eso que le dedico este blog, a ese desconocido taxista que valerosamente sabe seguir marcando una diferencia aunque no sea por el camino recto; alguien que me dijo ¡no me rindo! con los ojos.

Como dijo  Carl Gustav Jung: El encuentro de dos personas es como el contacto de dos sustancias químicas, si hay alguna reacción, ambas se transforman. 

Buenas noches señor taxista.