Quiero contaros tres historias; tres historias reales que no tienen final; tres historias que me inspiran a escribir este artículo; tres historias que son dignas de contarse.
Angélique conoció al amor de sus vida en Estados Unidos, en la ciudad de Seattle haciendo coach surfing en casa de un desconocido. Y ese desconocido resultó ser la persona que ella, sin saberlo, buscaba. Después de tres años persiguiéndose por el mundo, más tiempo separados que juntos, decidió ir a visitarle una vez más. En su último día, decidió no coger el avión de vuelta. Decidió quedarse allí con él, y aún a riesgo de no saber cuando podría volver a su ciudad, de estar a más de 6.000 km de todo lo que conocía, no quisieron seguir separados. Se casaron un mes después, y ahora se enfrenta a una nueva vida llena de desafíos, pero en compañía de la persona que quiere.
Shawn quiso venir a estudiar a Europa. Llegó con 50 euros en el bolsillo, un bocadillo, una mochila y su cámara de fotos. Estuvo 4 meses visitando diferentes países, viajando cómo pudo, ayudándose de amigos y trabajando en lo que tuvo al alcance. Cuando se le acabó el permiso para estar aquí, no quería volver a Estados Unidos, así que decidió buscar un nuevo destino. Encontró su oportunidad en Pekín, vendíó su ordenador, su skate y cualquier otra cosa que tenía (todo menos su cámara) y se pagó el billete de ida. Lleva un año allí, y ha viajado por media Asia. Sus fotos son increíbles.
Alexia siempre quiso viajar por sudamérica. A pesar de tener un buen trabajo, un piso propio, muchos amigos y una vida cómoda, decidió que era el momento de hacerlo, un ahora o nunca. Dejó su trabajo, empacó sus cosas en una mochila, y se lanzó a la aventura. Está ahora al comienzo de su viaje, cumpliendo su sueño pisada a pisada mientras recorre senderos sin saber muy bien a dónde le llevan. Disfrutando del camino y de saber que, cada segundo que pasa, se hace un poco más libre.
Tres personas con sueños diferentes, vidas diferentes, historias diferentes; pero algo común les une, decidieron cumplir sus sueños; dejaron atrás los miedos y las dudas y se embarcaron en viajes con destinos desconocidos; porque quizás lo más importante de todo sueño, todo viaje, toda historia, toda vida; no sea el conseguir un objetivo, sino el saber que cada paso que das es una decisión consciente que has tomado para estar un poco más cerca.
De qué seríamos capaces si consiguiéramos decidir luchar por nuestros sueños...¿A dónde te llevarían tus pasos? No tiene que ser al otro lado del mundo; puede ser crear tu propio negocio, montar una tienda de flores, saludar a esa persona que ves cada día cuando vas en metro, estudiar aquello que siempre quisiste, escribir una novela...son tantas las razones que nos ponemos para evitar hacer aquello que realmente queremos hacer pero que nos asusta...
¿Qué harías si no tuvieras miedo?