Hoy salí de casa dispuesta a arreglar todas aquellas cosas que se me habían ido rompiendo durante los últimos meses pero que el estrés del nuevo trabajo y las diversas incidencias que han ido surgiendo durante este complejo y desolador periodo, no me habían dejado.
De ésta experiencia de una hora, quiero destacar dos eventos que han sido especialmente significativos:
Lecciones aprendidas:
De ésta experiencia de una hora, quiero destacar dos eventos que han sido especialmente significativos:
- Ir a una tienda de música a arreglar el violín que desafortudanamente había roto en el loco intento de quere afinarlo...que la dichosa cuerda que me había cargado cueste 30 euros (en comparación a los 4 euros de cualquiera de las otras cuerdas) pero que dos músicos estén 15 minutos para arreglarme el violín entero, corregirme el puente, afinármelo y dejarlo como nuevo...no tiene precio.
- Ir acto seguido a una tienda de ordenadores para arreglar el portátil, que me atienda una señora de 60 años con camisa de flores y pinta de abuela (lo que empezó a untroducir en mi cerebro una semilla de desconfianza) que se me quede cara de estupefaccion cuando me arregla el problema en cinco minutitos, me cobre 32 euros por un cargador universal (solo dos euros más que la cuerda del violín) y me regalé un caramelo de miel para la garganta.
Lecciones aprendidas:
- Las cuerdas de violín son jodidamente caras.
- No tengo ni puñetera idea de violines.
- Hay gente dispuesta a ayudarte por amor al arte en todas partes.
- Las abuelas de 60 años sí que saben algo de ordenadores.
- No hay que subestimar a nadie.
- Los caramelos de miel sientan muy bien a la garganta.